H puso los pies a un lado de la cama. Abrió los ojos para luego cerrarlos nuevamente. Sus manos se alzaron y comenzaron a restregar sus ojos con fuerza. Volvió a entreabrir los ojos. A lo lejos escuchaba a N hablando, parecía un monólogo, pero trató de entender que decía N en voz alta, pero fue en vano.
Se terminó de levantar. Puso su mano en una pared, para apoyarse. Caminó hacia fuera del cuarto. Le pareció ver algo como una sombra entrando o saliendo del cuarto de N, no lo podía asegurar bien. N seguía con su monólogo. H agudizó su oído, sin embargo seguía sin entender a N.
Cuando entró al cuarto de N. No había nadie. Se preocupó. En una fracción de segundo su corazón se aceleró. Estaba totalmente despierto. Se giró en busca de N. Sus ojos recorrían cada rincón del cuarto y la sala, siguiendo el ritmo frenético de sus latidos. Solo el televisor estaba encendido.
N estaba sentada en el sillón de la sala. parecía imperturbable, casi inexpresiva. Sus ojos seguían las figuras animadas en el televisor. H sintió que el corazón le regresó al pecho. ¡Hija! -le dijo-, pero N no hizo ningún gesto, ni ademán. No se movió un pelo en ella.
H toco el hombro de N y su respuesta fue girar su cabecita hacia H y dijo: papi, te despertaste. H asintió con la cabeza y sonrió. N pregunto: ¿Ya nos vamos?
H comenzó a preparar un maletín con algunas cosas que podría necesitar. Dos mudadas de ropa para N, toallas húmedas y tomó un vestido que le gustaba mucho a él. Llamó a N y comenzó a cambiarle la ropa. Un último juego de cosquillas antes de salir. Unas carcajadas de N rompieron el silencio de la casa.
N tomó una bolsita con juguetes. Unas tijeras de plásticos, dos patitos de hule, un peine de color rosa para una muñeca que misteriosamente había desaparecido. Por un segundo H recordó el monólogo de N. Lo pensó con más claridad y llegó a la conclusión: Era el televisor.
H y N llegaron a los juegos mecánicos. N estaba emocionada, H no tanto. Tenía miedo de que algo le pasara a ella. H sacó de su bolsa un billete de cinco dólares. caminaron hasta un juego mecánico para niños, de esos que giran, un carrusel. N se subió a una suerte de carrito antiguo mientras otros niños también lo hicieron. El carrusel comenzó a Girar. N estaba muy emocionada.
Una señora se acercó al carrusel y se detuvo a un lado de H. La mujer murmuró algo, unas palabras sinsentido para H que no prestó mucha atención. N dió la tercera vuelta en el carrusel y en cada vuelta sacaba la lengua a su papá. Así que H esperaba lo mismo en una cuarta vuelta. N vió a la mujer parada a un lado de su papá y su sonrisa se borró. Sus dientes blanquecinos de pronto desaparecieron y frunció el ceño. H notó eso inmediatamente. Giró su rostro con dirección a la mujer, la examinó de pies a cabeza.
La mujer no parecía una mujer normal. De pronto la mujer dijo una palabra que para H era desconocida. Curianas. En ese momento, H, vio una cucaracha saliendo de un desagüe. Parecía deslizarse sobre aguas negras. Le pareció ver como otra salía del mismo lugar, mientras la primera se volvía a meter al desagüe.
H tuvo en ese momento una epifanía. Las figuras en el televisor. Eran cucarachas animadas. No entendió la relación en ese momento. Solo sabía que extrañamente estaban relacionadas. La Mujer posó su mano en la espalda de H. Y repitió la extraña palabra. Curianas.
H, vio a la mujer y con el mismo movimiento busco a N en el carrusel. No la vio, H soltó el maletín y trato en vano de subirse al carrusel. Cayó de forma abrupta al suelo. La mujer había desaparecido. N también.
H en el suelo, escuchó un grito ahogado, con un tono catártico. ¡Papi! N era una figura difusa en su mente. Una cucaracha voló frente a el y de pronto vio una infestación de cucarachas.
Soberbio.
ResponderBorrarOdio ese punto de dejarte con una vaga e inconclusa idea, pero dejaría de tener tu toque.
ResponderBorrarConcuerdo...
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