Lluvia en el Cielo


Siendo como fuere, ni este día ni el próximo, volveré a vivir aquellos momentos.

Mientras caminaba por aquella gran avenida de la ciudad, hacía una remembranza, del estilo de vida tan acelerado que había llevado, aquellas vivencias que marcaron la vida, esperando que ésta no sea considerada en vano porque en momentos como este no importan el resto de personas o todas aquellas cosas que podrían considerarse importantes, al menos no para mi. Porque si te tomas un minuto para reflexionar ¿Qué es importante y que no lo es?.

Esa respuesta es única y especial para cada uno de nosotros, para mi ya no tiene importancia el mundo mientras que para ti, que esperas por alguien o que esperas conseguir cumplir tus sueños hay cosas que serán consideradas así, importantes.
 
Curiosa compañera la que caminaba a mi lado como casi tomándome la mano, de tan delgada figura, envuelta en una manto negro que cubría todo su cuerpo, desprovisto de todo rastro de carne humana, sin embargo conservando todo lo que en esencia nos hace hechos a la imagen de un dios nunca visto por estos ojos -que como dirían algunos- se han de comer los gusanos.

Quizás el último y más importante recuerdo que he logrado comprender era la razón del porque mientras caminábamos por esta avenida ya no me extrañaba la compañía de esta singular criatura, esta que les acompañará a todos y cada uno de los lectores, tal vez, no este día, quizás no mañana, pero que seguramente los acompañará.

Postrado en cama sin pensar en cuales fueron los motivos que me llevaron a estar en esa desafortunada y desdicha situación, veía a muchas personas entrar y salir de la habitación, pero como era común en estos actos de desdenes nadie decía nada solo me observaban.

Algún susurro rompía el silencio pero aquel hablar de las personas no tenía ningún sentido para mi, no lograba comprender que era lo que decían, nervioso por momentos y por momentos más sereno que un lago, buscaba comprender lo que entre susurro y susurro se decía.

En el entrar y salir de la gente, note a un hombre con un llamativo sombrero negro, camisa vaquera negra y pantalón de un color tenue azul, opaco y sin brillo comenzó a hablarme, esta figura espectral difusa y recompuesta por mi imaginación lograba entender mis articulaciones, mismas que al oído joven no serían más que un farfullo sin sentido.

Mientras comenzaba a describirme como sería final, un cosquilleo comenzó a recorrer la plantas de mis pies, podía sentir como toda parte de mis pies que era recorrida por esa sensación iba muriendo. Tan lentamente.

Mientras este hombre se aseguraba de que le escuchase cada una de sus palabras, me torturaba con todas las buenas personas a las que yo había logrado envilecer, todo lo que siendo bueno había logrado cambiar para convertirse en malo, porque después de pensarlo un momento imagínate: nadie quiere pensar que fue malo en vida. Es por eso que siempre de un fallecido recordamos sus cosas buenas.

Algunos recuerdos de mi niñez me recorrieron los ojos, y al regresar me dije: pero si el ser humano es malo por naturaleza, como fue el dios que nos creo si fuimos hechos a su imagen y semejanza, malo por naturaleza.

Y de ser torturado por mis infames actos, pase a recordar las cosas buenas -incluso alguien que siendo malo como yo hizo cosas buenas- aquel día que me levante temprano, el día que estudie antes del examen; pero si lo pensamos un momento esto no es ni bueno ni malo, ¿o sí?. Aunque algunos actos son buenos digamos, ayudar a mi madre cuando lo necesitó, dar un presente a mi hermana, un abrazo a tiempo con alguien que lo necesitaba. Esos si que pueden considerarse algo bueno.

Pero era momento de regresar a mi realidad. Esta sensación que recorría mi cuerpo llego a mi cabeza, dejando solo muerte a su paso mientras retenía de mis pensamientos un recuerdo de mi familia que era lo que mas había tenido sentido en mi.

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