Estrella Fugaz

Sonó la alarma de mi teléfono celular, eran ya las tres de la madrugada, tenía que estar listo para salir a las cuatro, al rededor de un cuarto a las cuatro ya tenía casi todo listo solo me faltaba ponerme una camisa verde que había comprado en un viaje anterior a otro país. Faltando cinco minutos para las cuatro tocaron la puerta de la casa, ya era la hora de salir.

Después de dejar el vehículo en el parqueo nos dispusimos a salir a abordar el bus, es un largo camino hasta el cráter del volcán, allá pasaríamos la noche, era momento de ver la luna y las estrellas.

Según lo planeado estábamos a tiempo, íbamos con buen clima y llevábamos buen paso, cerca de las cuatro de la tarde, llegamos a la calle donde iniciaríamos el recorrido a pie, si todo salía según lo planeado estaríamos llegando a la cima del Cerro Verde al rededor de las nueve de la noche.

Comenzamos a caminar por la calle totalmente desierta, como era de esperarse un lunes de días feriados, bueno digamos que eso de lunes feriado era puro invento porque el día feriado real era el día martes, con aquello de los famosos puentes que se están poniendo de moda hoy día, en el que se trabaja un día sábado, todo el día, para compensar el próximo día hábil.

Después de hablar trivialidades por casi tres kilómetros de los once que tendríamos que recorrer y un hora de camino, ya las cosas se comenzaban a notar diferentes, el sol que nos acompañaba ya no era el mismo con el que comenzamos a caminar, se comenzaba a notar lo tenue que se volvía el cielo, con colores rojizos, hasta que se nos desvanecía frente a nosotros y los últimos rayos de luz nos decían adiós. La noche nos alcanzaba mientras nosotros le dábamos la espalda y nos quedábamos con la puesta de sol frente a nosotros.

Con la llegada de la noche, nuestros ojos se tuvieron que acostumbrar a la penumbra, no tardamos mucho para que eso pasara, fue un cambio imperceptible, como aquellos cambios de los que solo te das cuenta cuando ya se han hecho, cuando ya están. Pues ese cambio fue así para nosotros, imperceptible.

Llegados la mitad del camino eran aproximadamente las siete de la noche. Mi compañero encendía una lámpara a ratos, solo para verificar que no nos hubiéramos salido del camino que debíamos seguir, como el terreno nos parecía familiar ambos coincidimos en que no nos habíamos desviado del rumbo, aunque ya íbamos un poco retrasados.

El clima no estaba colaborando con nosotros y una brisa húmeda que anunciaba la lluvia nos sorprendió, no fue una gran tormenta aquella pero sirvió para que nos refrescáramos un poco, esto nos retrasó más de lo que ya íbamos, llovió por unos diez o quince minutos, luego seguimos con nuestro camino, el cielo se comenzó a despejar, y las estrellas nos ayudaban a orientarnos, ya podíamos ver hasta donde nos llevaba el sendero. Teníamos aún unas dos horas de camino pero así como había quedado la tierra podrían convertirse en tres horas.

Concordamos en que lo mejor era volver a la carretera aunque por la hora ya no era lo más recomendable, ya eran las ocho de la noche, pero aún así caminamos hacia la carretera, seguiríamos por ahí. Así que al llegar a la carretera todo sería menos complicado para nosotros.

Al llegar a la calle continuamos nuestro camino y al cabo de un rato, sobre una curva que se anunciaba a lo lejos, la notábamos por el corte entre los arboles que acompañaban la carretera, se veía una silueta imperturbable, estoica, una figura en forma de novillo, negro, sin ojos, frío, sin moverse estando parado en cuatro patas como esperando a que pasásemos. Yo pregunté a mi compañero ¿logras ver algo delante de nosotros?, a lo que el me respondió como si de nada se tratase, ¿de qué me hablas?, de esa figura que esta inmutable frente a nosotros ¿es qué no lo ves? le dije ya un poco nervioso, no, me dijo el, no veo ninguna figura así, solo veo sombras en los arboles y la luna no me ayuda mucho, recuerda que no traigo mis lentes conmigo.

Seguimos acercándonos hacia aquella figura impávida, serena, Luis se apresuro a sacar su linterna nuevamente para iluminar, para hacer esplender aquella silueta, era un perro que ni se movió ante nuestra presencia, no se preocupó por ladrar tampoco, ni siquiera un bisbiseo procuró ante nosotros. Aquello no dejo de inquietarme un poco, me llamó mucho la atención el hecho que a este can no le hubieran brillado los ojos con la luz de la lámpara, en algún momento recordé que a todos los animales a los que se les proyecta la luz sobre sus ojos, durante la noche, brillan, por muchos es conocido que los animales tienen mejor visión nocturna que el ser humano.

¿Lograste ver brillo en sus ojos?, pregunté y la respuesta de mi amigo fue un simple No, así como quien no quiere la cosa, como quien no desea hablar del tema, supongo que recordaba algo.

Estábamos cerca de la casa abandonada, aquella que más de algún susto nos había sacado antes, preferíamos evitarla siempre que pudiéramos aunque fuese de día, continuamos caminando hasta alcanzarla siempre fue complicado para nosotros pasar cerca de ella más aún después del último hecho ocurrido allí una ominosa noche.

Intentamos pasar sin siquiera volver la mirada hacía la casa, aún así no dejamos de escuchar aquellos susurros, como silbidos de viento, apresuramos el paso, fue como si en un instante la casa nos llamara y aún así lográsemos escapar a tiempo y sin un solo rasguño.

Al fin llegamos a nuestro destino nocturno con casi una hora de retraso, pero era hora de armar el campamento, hora de cenar también, nos preparamos para dormir, pero la noche se nos fue en hablar, en comentar sobre aquella noche en la casa abandonada, en aquella casa en la que nos asustaron hace cosa de unos dos meses, luego cada quien a su tienda de campaña, aún recordaba aquellos silbidos, tétricos. Me hizo regresar a ese día.

Lo tenía presente como si fuese que acabamos de pasar justo frente a ella, ese día después de recorrer un buen tramo decidimos quedarnos a dormir en la casa, era cuestión de solo sacar las bolsas para dormir quedarnos en un rincón de algún cuarto oscuro, todo aquello que parecía tan sencillo se nos vino abajo cuando Luis sentía que lo estaban despojando de su bolsa para dormir, me habló para decirme lo que le sucedía, nos quedamos despiertos, veíamos siluetas en las ventanas sin vidrios, sombras en la oscuridad, en un momento dado teníamos a una presencia en medio de los dos. Justo la figura de un hombre yo la lograba ver, Luis me decía que viera hacia la entrada del cuarto, no tenía puerta, el divisaba la figura de un can con ojos rojos, mi mirada permanecía con aquel hombre de traje y sombrero, no podía despegar mi vista de el. Estaba petrificado.

Una carcajada fue la que nos hizo reaccionar, ¿saben lo que es escuchar aparearse a los demonios de Tasmania?, pues eso fue lo que yo escuché, o al menos eso fue lo que asocié con aquellos gruñidos no podía respirar bien, era como sí ya no eramos nosotros y por un instante me vi saliendo de ahí sin ningún problema, solo el susto de un mal sueño. Y de nuevo aquellos gruñidos y vi a mi amigo levantarse de un salto tomar sus cosas y gritarme ¡corre!, ya no podía creer lo que veíamos, lo que veían mis ojos, no quería volver a pasar cerca de esa casa.

No quería seguir pensando en eso, pero había encontrado algo familiar entre aquella noche y ésta, me quedó más claro porque tenía la impresión de que Luis no quería hablar al respecto del can, si aquel can. Imagino que lo mismo pensó Luis en aquel momento, pero yo estaba más fijo en el hombre que en el can, a este no pude verlo.

Cuando amaneció, llegó el momento de partir, nuestro objetivo estaba ahora a nuestro alcance, con un buen clima, soleado, más aún: «con lo fresco de la mañana», frase que usaban mis abuelos, para decir que era momento de levantarse a trabajar, así lo hacían ellos en aquellos días de su juventud.

Desarmamos el campamento y proseguimos con nuestro rumbo. Hacia la cima del volcán Ilamatepec, hacia su cráter, teníamos ya un mes de no ir y ya era hora de regresar y ver aquella majestuosa e imponente vista. Emprendimos el viaje y como era costumbre era a campo traviesa, era lo mejor para no sentir el viaje y descubrir nuevas rutas u otro sendero que aún no hubiésemos utilizado.

Así llegamos al campo de espinas, donde volvimos a encontrar al sabueso, ¿Crees que sea el de la noche de ayer? me preguntó Luis, no lo creo le dije, este tiene unas manchas y aquel era negro por completo, no creo que sea el mismo, aunque nunca nos habíamos encontrado con un perro a esa altura. En primera instancia porque ya nos encontrábamos muy cerca del pequeño desierto, así llamábamos a lo que seguía al campo de espinas y precedía al cráter, no hay civilización, era casi imposible que nos encontráramos con algún animal, algún cuadrúpedo y tampoco era muy probable que alguien llevara animales allá en algún paseo de montaña ¿porqué? pues porque los animales en este tipo de travesías no ayudan mucho y hay que andarlos cuidando, cuidando de que no se pierdan, de que no se hagan daño.

Pero sin tomar mucha importancia a esa otra peripecia llegamos a la cima del volcán, el cráter, nuestro objetivo estaba alcanzado. Habíamos llegado al final de nuestro viaje o al final de la primera mitad.

Llegamos a la cima, todo transcurría normal, Luis me dijo que iniciáramos la tradicional vuelta al cráter en símbolo del logro obtenido yo realmente no quería hacerlo, no tenía más ánimos de seguir caminando, con lo que nos había costado llegar hasta allí. Luis decidió hacerlo solo y caminando se alejo y aún de lejos intentaba convencerme de acompañarlo.



En un momento lo perdí de vista, una abeja me pico en el cuello, asesiná pensé, la maté, como es que una abeja esta a dos mil trecientos ochenta y un metro sobre el nivel del mar, no es lógico, pero ya no estaba más. Pasó mas una hora y Luis no regresaba, ¿Qué le habrá pasado? me dije, esperé otra media hora más y comencé a dar la tradicional vuelta al cráter, no como símbolo por el logro obtenido, más bien en búsqueda de Luis.



En un último intento por encontrarlo, supuse que al completar la vuelta al cráter lo encontraría en el mismo lugar en que él me dejo, no podía pasar desapercibido el letrero que había dejado escrito en la tierra, una gran señal y se leía, «Espérame aquí, fui a buscarte, tardaste demasiado», a parte de dejar una camisa para marcar la ubicación.



Cerca de la mitad del recorrido, veía una silueta parada de frente al abismo, de frente al lago de azufre que se veía desde el borde del cráter. ¿Qué estará haciendo? fue lo primero que cruzó mi mente, cuando llegué a un punto en el que supuse que me escucharía le grité, "¿Luis qué estás haciendo?, nos dará la noche aquí", cuando llegué y me pare a la par de el, estaba inmóvil, frío, como gélido, no decía nada, no me miraba, tenía la mirada fija en aquel gran lago de azufre, lo tomé de la mano y me dí cuenta de que ciertamente, estaba frío, ¿Qué ha pasado? le dije, a lo que me contesto, Están aquí, ¿Quienes?, el hombre que tu viste aquel día en la casa y ese maldito perro nos han seguido, No puede ser dije, no es posible.




Comenzamos a caminar rápido, como es de suponerse no es posible correr con el terreno que existe en un cráter, riesgo de derrumbes y por ser un volcán que aún se mantenía en estado activo, aunque sin hacer erupción, los retumbos que aquel volcán hacía me hacían pensar que estábamos al filo de una catástrofe. Nosotros en plena cima de un volcán que inmediatamente haría erupción, seguíamos a paso rápido, tropecé y Luis me agarró el brazo, estaba a punto de caer, al lago de azufre y Luis intentaba jalarme hacia arriba, pero no podía, me hizo saber que aquel hombre de sombrero y de traje se acercaba mientras yo movía mis pies queriendo incorporarme de nuevo al camino, no podía y Luis estaba propenso a caer conmigo.

Ciertamente, en un instante aquel hombre y su can hicieron que sacara fuerza de donde ya no tenía. Logré salir del atolladero en el que me encontraba con la ayuda de Luis, aunque para el fue demasiado tarde, tras de mi solo escuchaba el aullar del perro, de ese perro maldito.

Comentarios

  1. Pues la verdad que solo se me ocurrió, por eso se lo puse

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  2. cuando vi el titulo pense que era una historia de amor!!! buena trama me gusto, tiene segunda parte?

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  3. jajaja pues podría ser... aún no lo he pensado... pero lo vamos a considerar...

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  4. pero pregunto cual fue el fin, vieron otra vez ese hombre y su perro, salieron por la misma ruta o con la deseperacion cambiaron el rumbo, que podria haber sido, no preguntaron a alguien mas si habia visto algo, de los lugareños o que seria la imaginacion y tal vez era el abuelo de heidi con niebla, termina la historia para que se pueda hacer verdad y se siente curiosidada men, saludos

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  5. Pues eso quedará para tu imaginación y la de cada quién de momento no tengo planeado seguir con la historia

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  6. Como q ya va siendo hora de otra historia...

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