Como si fue ayer...



Un día mientras caminaba por una de las tantas cuadras de una de las tantas ciudades por las que he andado, oscilaba mi mente entre un hemisferio y otro, queriendo disipar mi más grande duda, noté, justo después de cruzar una esquina para volver a repetir mis pasos por doceava ves que había un lugar al que nunca había ido, un lugar al que nunca me imagine que quería ir.

Puedo decir que mientras mi mente oscilaba de un hemisferio al otro, justo al doblar esa esquina e imaginarme ahí, no lograba concebirme como lo deseaba, gozoso de estar ahí, gozoso de que al final logré llegar a todos lo lugares que quería, me dio gusto ver el mundo desde ahí, porque pude apreciar no solo lo que ya había apreciado sino el sentimiento de recordar aquellas cosas que en su momento me hicieron sentirme vivo.

Sentí como se me cerraban los ojos era como fijar la mirada en algo y perderse, ya no se veía nada, nada en absoluto y aún así mis ojos estaban abiertos, escuchaba todo aquello que quería oír y mi mente me engañaba y me proyectaba todas las imágenes que que yo quería ver. Volví en mi al cabo de unos minutos.

Todo había pasado ya nada era diferente, sabia lo que tenía que hacer. Regresé a la cama pensando: ¿Porque mi madre me había tirado agua si estaba soñando que que veía todo desde mi interior? En vano quise reconciliar el sueño. Un par de días más tarde tenía nuevamente esa sensación, pero no fue, por esta vez, mi madre la que me despertó, había caminado durante toda la noche, no sabía exactamente donde me encontraba, una mujer me llevaba de la mano.

Vi su rostro, se me hizo muy familiar, demasiado para lo que estoy acostumbrado, pero no terminaba de compaginar quien era, volví mi vista hacía el otro lado y aún no supe donde me encontraba, mire el cielo, pretendía adivinar que hora era.

Ella comenzó a hablar -y me dijo- te he seguido toda la noche, ¿Por qué? -pregunte yo y ella me respondió- quería ver hasta donde llegabas. Aún seguía tratando de recordarla, pero en vano. ¿Bueno entonces dime donde estamos? -le dije- muy lejos de casa -me contestó- ¿Hacía donde vamos? -me pregunto- ¿No lo sé? -dije-. Entonces solo caminemos, caminemos juntos hacía donde nos lleve el sendero.

No recuerdo nada más aún me tienen confundido muchas de las cosas que me traído hasta este día, a pesar de que siempre quise conocer el mundo, nunca supe donde me encontraba ni como había llegado ahí.

Para recordar como me llamo tengo tatuado mi nombre en mi muñeca izquierda, es como si al querer ver la hora se quien soy. No tengo una dirección postal, no recuerdo más que a mi familia.

Ahora que sé como acabará todo esto, sigo sin saber donde estoy y no estoy plenamente convencido de si todos mis actos buenos pesen más que mis malas acciones. No estoy seguro de hacia donde iré, solo se que mañana no estaré aquí.

Feliz Cumpleaños Lucho

Comentarios