Corría lo más rápido que podía, movilizar mis piernas era por demás difícil por lo nervioso que me encontraba, estaba bajando por las escaleras a las que había llegado por la salida de emergencia del décimo piso del hotel, saltaba cuando ya solo quedaban dos y a veces tres escalones para llegar al descanso entre cada piso; era uno tras otro. Logré contar ocho pisos hasta que deje de hacerlo, aun podía escuchar los disparos, no había tenido tiempo ni de vestirme decentemente, los zapatos, el pantalón y mas nada. Llevaba una camisa en la mano izquierda, las escaleras giraban en el sentido contrario a las agujas del reloj y me sostenía del pasamanos con la otra mano, intentaba recordar en que parte del parqueo había dejado estacionado el vehículo que cuatro días antes había rentado. Por un momento me detuve y giré mi vista hacia atrás luego hacia arriba y mire por el centro de las escaleras una luz se cerraba en la parte de arriba unos ocho niveles más arriba eso solo podía significar una cosa unos estarían bajando por el ascensor y alguien más me habría seguido a través de las escaleras, decidí intentar algo osado, unos cálculos rápidos, eran ocho niveles aproximados hasta donde oí la puerta cerrarse, regresé sobre mis pasos un piso más hacia arriba abrí la puerta tratando de no hacer ningún ruido, lo mismo para cerrarla, solo me preocupaba por la luz que podía dejar salir ya que la podía ver el que me seguía al momento de pasar por ahí. Esperaba haber sido lo suficientemente rápido. Al cerrar la puerta tras de mi, había un poco de alboroto, la gente estaba evacuando el hotel, se escuchaban las indicaciones del personal del hotel indicando la salidas mas cercanas y por supuesto diciéndonos que mantuviéramos la calma.

Entré en otra habitación a esperar que se vaciara lo más posible, el piso en el que me encontraba era el tercer piso, estaba en la habitación 325, era una de las que habían dejado con la puerta abierta. Después de revisar rápidamente la habitación no había nada que pudiera usar, me senté en la cama, luego volví a revisar el armario en busca de ropa para cambiarme y salir con el resto de la gente que estaba siendo evacuada. Con las manos temblorosas lo abrí revolví un par de pantalones colgados en ganchos mientras pensaba en el lío que me había metido y trataba de idear la manera de salir del hotel. Me puse la camisa y salí de la habitación me mezclé con las personas que aún salían al igual que yo, me sentía tan nervioso que hasta sentí que me había delatado a mí mismo ya que prácticamente a causa mía estaba sucediendo todo el alboroto en el hotel. Supuse que con todo lo que había sucedido podría reingresar al hotel ir hasta mi habitación para saber si no se habían robado mis documentos, desgraciados -susurre en con una voz entre cortada- tenia la garganta seca del nerviosismo y de lo agitado que estaba aún.
Para cuando llegué a mi habitación ya no había nada de mis pertenencias; mis documentos de identidad, mi pasaporte –me dije-. Sería deportado de inmediato si me presentaba a la policía con una historia tan descabellada, por lo que decidí seguir hospedado en el hotel como si nada hasta que la tarjeta de crédito llegara a su límite y me pidieran que abandonase el hotel, así es que decidí seguir con mi investigación y tratar de recuperar mis pertenencias. Me senté a redactar una carta para enviársela a mi esposa explicándole lo sucedido y de qué manera había pensado proceder, pero no la enviaría ese día; bajé y hablé con el encargado de turno para pedirle ese favor personal le entregué €25 para que el día que yo me fuera del hotel o supiera él que ya no estaba más yo en el hotel se dirigiera a la oficina postal y la enviara, por lo que consulté no era demasiado caro enviar algo a mi país. Hecho esto subí nuevamente a mi habitación para cambiarme de ropa, sacar algunas cosas que necesitaría para mi viaje. Volví a adentrarme nuevamente en el Bosque de Soignes con el vehículo rentado que tenía aun el tanque lleno del día anterior cuando regrese y si no mal recordaba en el panfleto con las características del vehículo hacían hincapié en lo económico que era, 16 km por litro.
Dicho y hecho, llegué hasta donde el terreno me permitía ir en vehículo, verifiqué las marcas que había dejado en un árbol unos días antes cuando llegué por primera vez. Tenía una especie de analepsis al revisar mis notas respecto a la ubicación de las marcas, pero por más que intentaba localizar, no lograba encontrarlas todas, claro que había intentado ocultarlas lo más posible ya que podían encontrarlas y borrarlas. Yo había tardado dos días en localizar el lugar al que me dirigía y creo que fue por lo mismo que me descubrieron. Intenté seguir el rastro por la disposición de mis dibujos, ya no tenía tan presentes las imágenes y las que me llegaban a la mente eran un poco difusas, podía ver como todo comenzaba a oscurecerse, las estrellas comenzaban a brillar en el cielo, para mi suerte la luna era llena, y aunque no era mucha luz era algo para poder ver durante la noche. Desesperado busqué un lugar, el mismo lugar que había usado para pasar la noche en el Bosque de Soignes unos días antes pero me fue imposible localizarlo, por lo que use la tienda de campaña para protegerme un poco del frío, no encendí ninguna fogata, para tratar de no dejar ningún rastro, escuchaba más el ruido de los animales que la vez anterior, había armado mi campamento cerca de un grupo de arboles que me daban la sombra necesaria para pasar inadvertido si rondaban los vigilantes de la oscuridad, se me había dado por llamarles así ya que según las observaciones que había hecho no debería haber ningún cambio, pero –me dije- usando un poco la lógica ellos podrían estar esperándome, era los más lógico, pensar que podía ser yo hasta cierto punto una amenaza para ellos o era acaso que ellos podían pensar que no tendría yo el valor suficiente de volver a acercarme a su morada para recopilar mas información e intentar sabotearlos. Fui un poco más cauteloso, ya que no pude pegar el ojo durante toda la noche o al menos eso había pensado.
No paraba de revisar la hora de mi reloj eran apenas las nueve y media y la oscuridad era tal que no podía ver a más de un par de metros de donde me encontraba, el panorama del asunto parecía que no cambiaría mucho en las próximas horas, seguía sumergido en mis recuerdos de la Casa Drieborren, la misma que fue construida por orden del duque Juan III de Brabante allá por el año 1320 según los datos que pude recabar previo a mi viaje, era esa misma casa la que estaba siendo usada para realizar aquelarres y cultos satánicos, conducidos por una pareja de brujos cuyo nombre desconocía aun, y al parecer en ciertas ocasiones se vestían con sus túnicas negras y ribetes de colores morados, ocres y rojos y visitaban el Boswachters monument que estaba dispuesto en una especie de claro en el bosque hecho a base de rocas en el centro con tres rocas que simulaban una puerta y estaba rodeado de rocas que vistas desde el cielo formaban dos pentágonos entrelazados y estaban a un aproximado de 5 metros desde el centro del circulo donde estaba la puerta hasta las rocas y entre medio de ellos se encontraban los llamados vigilantes uno a cada costado de la puerta uno vigilando la entrada y otro vigilando la salida. Al parecer ellos intentaban invocar a Satanás en días específicos del año. Como los solsticios debido a que los consideraban de carácter astronómico y antiguamente eran usados para engañar a los pueblerinos diciéndoles que podían controlar el movimiento del sol y hacer que brillara por más tiempo y el día fuera más largo.
Se hacen llamar Los Seguidores De Satanás y decían poseer el Necronomicon y el Codex Esmeralda, el primero era conocido por contener los conjuros, hechizos y demás escritos necesarios para poder invocar al mismísimo demonio, y el segundo era necesario para poder interpretar los escritos del Necronomicon. Por instantes me parecía que había memorizado todo respecto al tema ya que sentía tal seguridad al repetir todo eso para mí mismo. Divagando sobre esos asuntos perdí la noción del tiempo, creo que me estaba quedando dormido cuando reaccioné a los ruidos que escuchaba, era como pisadas sobre hojas secas o sobre el pasto, salí un poco apresurado de la tienda de campaña asomé la cabeza por un costado de los árboles y no lograba ver nada, el sonido era cada vez más fuerte. Retrocedí sin entrar nuevamente en la tienda de campaña, iba caminando de espaldas me tropecé en unas ramas y caí al suelo, me pareció que el ruido que había ocasionado al caer era tal que había despertado a alguien al otro lado del planeta, luego todo quedo nuevamente en silencio, fue hasta entonces que sentí la briza que estaba haciendo y volví a escuchar el mismo sonido como de alguien que camina sobre hojas secas, ahora lo escuchaba muchísimo más fuerte que antes, estaba para entonces detrás de la tienda de campaña y reparé que las ramas de uno de los arboles eran las que al ejercer presión sobre la tienda de campaña creaba aquel tétrico sonido que había hecho que la adrenalina fluyera por mi cuerpo.
Una vez retiradas las ramas, volví a entrar en la tienda de campaña, estaba agitado aún, y no había terminado de acomodarme cuando un escalofrío me recorrió la espalda al escuchar los llantos de un bebé, los escuchaba lejos aun mas lejos de lo que me imaginé que estaría de la Casa Drieborren, el viento volvió a soplar ahora con más fuerzas y comencé a sentir frío. Me abrigué lo mejor que pude y me dispuse a salir, tenía que comprobar lo que estaba escuchando y en el momento justo en el que me disponía a abrir el cierre de la tienda de campaña escuche nuevamente otra vez el llanto del bebe pero esta vez lo escuché tal y como si yo lo estuviera cargando, para ese momento el miedo invadió toda mi alma, me quedé paralizado posteriormente me desmayaría –o al menos eso creo- ya que solo recuerdo que la tienda de campaña se movía y me revolcaba yo con ella, era todo un caos, y para cuando desperté, todo había pasado, fue solo un mal sueño.
No pude esperar toda la noche acampando, por lo que tomé la decisión de ir en su búsqueda, no tomé muchas cosas, dejé la tienda de campaña, dejé la mochila, agarré un cuchillo, lo puse en su estuche y lo eché mi bolsa, me abrigué lo mejor que pude y tratando de no llevar demasiado peso sobre mí para evitar un poco la incomodidad de estar demasiado abrigado y cargar muchas cosas. Al cabo de caminar unos quince minutos sentí que llevaba demasiada ropa, aún así decidí que no era necesario quitar más ropa ya que podía necesitarla más adelante, la temperatura pronosticada para el área era de unos ocho grados celsius. Usaba guantes y tal vez por el ejercicio de la caminata estaba comenzando a acalorarme, pronto di con la casa. No observaba a simple vista alguna luz en su interior, por lo demás era oscuridad total. Me encontraba ya a unos cincuenta metros de la casa aproximadamente y comencé a rodearla intentando siempre acercarme mas mientras lo hacía y tratando de ocultarme entre arbustos y árboles. Cuando me encontraba a menos de diez metros pude ver que una luz bastante tenue que no asomaba mucho de las ventanas, las que hasta ese momento noté que tenían un color oscuro, era como si las hubieran pintado a adrede para evitar que se notara que alguien estaba dentro, procedí a acercarme en línea recta, maldito error, una pequeña grada hecha por la naturaleza me hizo tropezar, caí y para mi suerte no hice más que golpear algunas tablas que formaban una de las paredes de la Casa Drieborren, inmediatamente me levanté y me alejé los más pronto y lejos posible.
No pude saber si alguien me había visto, pero si diré que cuando la puerta se abrió, pude notar donde esta estaba, cosa que no había logrado ver hasta ese momento, ya que salió una luz tan fuerte que de haberme encontrado frente a ella y a una distancia de unos treinta metros me hubiesen visto. Fue una suerte no haber tropezado frente la puerta ya que apenas estaba yo menos de 5 metros tras un arbusto y me habrían visto con gran facilidad. Ahora me restaba buscar la manera de entrar e intentar tomar fotografías de la gente que ahí se encontraba. No necesitaría flash me dije, una sonrisa se dibujó en mi rostro, y me dirigí hacía la puerta.
Hasta ese entonces noté que por dentro la puerta tenía una especie de cortina de un plástico duro que llegaba al suelo y no dejaba escapar la luz, pero que a su vez no parecía producir ningún ruido. Lo más despacio que pude procedí a abrir la puerta, agachado y levantando la mano izquierda me encontraba yo topado a la puerta, sorpresa la mía cuando asomé para ver que sucedía adentro, no había nada pero la luz era demasiado fuerte para poder observar con certeza; me introduje no sin antes quitarme la mayoría de la ropa para que mi agilidad fuera mejor, era un cuarto que pintado en el suelo tenia algunos símbolos muy extraños, nunca los había visto. Estaban dibujados de forma ordenada, servirían para algún ritual. Todo en esa habitación parecía impoluto, nada parecía estar fuera de lugar, algunos adornos con símbolos que me eran desconocidos y muy extraños. Procedí no con tranquilidad a fotografiarlos, mi corazón comenzó a latir más fuerte, presentí que era observado. Giré mi cabeza en ambas direcciones y no logré divisar nada. Me tomó unos dos minutos más tomar fotos a casi toda la habitación, al llegar al otro extremo noté unas gradas al final que conducían a lo que parecía el sótano, y efectivamente ahí había otra puerta, cerrada siempre, me dije, mientras hacía un gesto como de desconsuelo y a la vez de desesperación, al acercarme note que no tenía una manecilla giratoria como la de arriba, sentía adrenalina mi corazón iba a mil revoluciones por minuto, traté de empujar la puerta con un gran cuidado mas no lo logré, estaba cerrada por dentro, es hora de usar la lógica –pensé –¿Por qué estaría abierta aquella puerta y esta no?, tendría que ser; deben estar esperando a alguien más.
Volví a salir de la casa y me propuse esperar. En efecto, mi espera no fue tan larga como lo había considerado en un inicio. Fue una suerte de aquellas que no te pasan jamás, precisamente unos pocos minutos después de que me escondiera a un costado de la casa en medio de dos arbustos, llegó otro hombre vestido con una túnica negra con adornos de color morado oscuro, procedí a caminar hacía la casa y en cuanto la luz destelló hacía afuera, me introduje rápidamente a la casa y esperé para escuchar, en cuanto el hombre aquel tocó la puerta del sótano puse más atención, fueron seis golpes rápidos pero fuertes. Por un momento consideré en esperar unos minutos más antes de entrar, pero recapacité y sin pensarlo me vi corriendo hacia las escaleras y tomé al hombre por sorpresa le puse la mano en el cuello y le puse el cuchillo en la espalda. Un una vos baja le dije que no intentara nada. En cuanto entramos, noté que la luz era demasiado tenue, en el piso había pintado un pentagrama con un circulo y muchas velas negras y rojas encendidas, la atmósfera de aquel sótano se sentía pesada. Había varias personas, quizá unas quince, que rezaban de rodillas rodeando el círculo, todos vestidos con túnicas idénticas de un color oscuro como un color marrón, excepto uno, el que estaba de pie y que aparentaba dirigir a los demás y que tenía una túnica similar a la que vestía el hombre al que yo tenía amenazado; este tenía en manos un libro no muy grande. Al momento de entrar repetía cosas que no logré distinguir. Dimos unos cuantos pasos, cuando la persona que dirigía la misa negra gritó «no temo por mi vida, Satanás, mi dios vendrá por mi alma y por siempre y para siempre torturaremos a todos lo que se hacen llamar cristianos». Era una mujer que luego giró su vista hacia mi. No supe como reaccionar y por instinto clavé el cuchillo en el estómago del hombre al que tenía agarrado –era el otro sacerdote de aquella misa negra– en el instante mismo en el que sucedía lo comprendí. Volví a clavar el cuchillo ahora más arriba en su corazón o al menos eso intenté. De lo que si estaba seguro era que las heridas eran de muerte, quité el cuchillo y dado que todos los sumisos al culto corrían hacia mí, lancé mi cuchillo hacia la sacerdotisa lográndola herir en un brazo, al tiempo que corría para salir de ahí, sentía como me seguían los pasos rápidos de todos los que estaban en la misa negra. Aún era de noche.
Corrí mucho, no puedo decir por cuanto tiempo. Fue una suerte, no me alcanzaron. Tremenda sorpresa me lleve cuando logré encontrar el vehículo; me tomo mucho tiempo porque ya había sido quemado, me desesperé y me eché a correr nuevamente siguiendo la calle. Ya no me seguían. Regresé al hotel.
Ese mismo día comencé a redactar los hechos, mientras viajaba en avión hacia mi casa. Al siguiente día me presente a la oficina, conté los hechos a mi jefe, entregué mis notas y mis fotos. Por la noche tuve un sueño por demás horrible, alucinaba con sombras, no podía conciliar el sueño y cuando lograba hacerlo era solo para tener pesadillas, así pasé cerca de ocho días antes de escribir todo esto.
Al noveno día estaba sentado en su oficina en el quinto piso del edificio, cuando las pesadillas se volvieron realidad. El diablo estaba sentado en la silla de recepción. Decía cosas que no se lograban comprender, perdió el control de su cuerpo y camino hacia una de las ventanas de vidrio asomo a la ventana y el diablo caminó tras el, cuando logró entender lo que decía, escuchó «solo salta» y recibió una palmada en la espalda.
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